Los teléfonos de Pedro Sánchez y la ministra de Defensa de España fueron «infectados» con el ‘software’ espía Pegasus, revela el Gobierno
El asunto a estas alturas se mueve entre lo estrafalario, lo deleznable, lo obsceno y lo insoportable, según gustos. Porque Margarita Robles no tiene mucha intención de dimitir ni tampoco parece que vaya a ser cesada, aunque ni lo uno ni lo otro se puede descartar. Como tampoco se puede descartar que se produzca un relevo en las próximas o meses, una vez amaine el chaparrón. Tan pocas ganas tiene de dimitir que se está escudando en los profesionales del CNI, que ninguna culpa tienen en el asunto, solo son mandados, y está acusando a Presidencia, a Félix Bolaños, del espionaje al móvil de Pedro Sánchez.
Y es que Robles es política vieja haciendo vieja política y tiene suficiente experiencia como para aguantar hasta las elecciones. Y en ello se empeña. Al fin y al cabo, ya no es esa joven que fue asesorada por el infausto general torturador de Intxaurrondo en sus comienzos en la política. Ahora es una política que conoce la verdad. De hecho, ella es la verdad, aunque sea una verdad que muchos ni necesitan ni desean conocer, aunque sitúe al Gobierno en el cisma interno, con unos culpando a los otros y casi todos pidiendo la dimisión de Robles, y al borde del abismo. Del abismo del Partido Popular y Vox.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.
- España
- Espionaje
- Política